¿BUSCAS UN CAMBIO?
¿Buscas un cambio? En este momento del año muchos piensan en volver a hacer dieta, en dejar las supuestas banalidades gastronómicas y regresar a los “buenos hábitos”.
Ese manido concepto engloba algo más que la dieta, abarca otros aspectos fundamentales como hacer ejercicio, ser más activos, beber 2 litros de agua o ver menos la tele/móvil y leer más.
Si el mes de Enero y el de Septiembre son para ti momentos en los que, de manera recurrente, te planteas este tipo de cambios, puede que todavía no hayas entendido cuál es el “quid” de la cuestión.
No se trata de volverse loco sin privarse de nada cuando hay fiestas para entrar después en una especie de penitencia cuando se vuelve a la rutina.
Tampoco es posible cambiar radicalmente de un día para otro, ni nuestro cuerpo ni nuestra mente lo pueden aguantar, y de hecho, lo que suele ocurrir es que acabamos tirando la toalla antes de tiempo.
Si buscas un cambio, empieza por la dieta.
Llega Enero, pasan los Reyes, y con el Roscón todavía en el gaznate nos disponemos a dejar todos esos dulces y carbohidratos que hemos estado consumiendo en demasía durante los 15-20 días precedentes.
Te apuntas al gimnasio, te planteas salir a andar todos los días y además desempolvas el libro que dejaste sobre la mesilla de noche, todo son buenos propósitos, pero siento decirte que no es tan fácil.
Si queremos acometer un cambio, hay que hacerlo paso a paso, sin prisa, porque lo que queremos es que sea para siempre.
Es verdad que alguien puede pensar que dejó de fumar de un día para otro y que con esto debería ser igual. Sinceramente, si dejar el tabaco es difícil, dejar el azúcar y los ultra-procesados creo que es aún peor, por no hablar del sedentarismo.
Cuestiones que seguramente resuenan ahora mismo en tu cabeza: ¿Comer pechuga y lechuga siempre? ¿Jamás volver a probar un Roscón? ¿Y esos mojitos veraniegos que tanto me gustan? ¡Yo quiero helado!
Un poco de calma por favor, no tienes por qué dejar eso para siempre, podrás disfrutar de esos caprichos de manera puntual, pero te lo advierto, si finalmente haces el cambio, puede que ya no te apetezcan tanto.
El primer cambio debe ser mental, cambia el “quizás lo consiga” por el “seguro que lo consigo”.
Quizás llegue el día en que tu sentido del gusto no tolere un alimento muy dulce, quizás llegue el día en que un desayuno rico en carbohidratos sin proteínas no te sacie, quizás llegue el día en que sepas cómo preparar los alimentos más sencillos para convertirlos en algo sublime.
“Quizás” es un adverbio que expresa duda o probabilidad, cámbialo por un “seguro que”, cambia esos pensamientos y asegúrate a ti mismo que todo eso puede pasar.
Primero hay que tomar conciencia, después actuar, poniendo en práctica los cambios llega la “costumbre”, ese punto en que tu cerebro ya no tendrá que esforzarse ni sufrir para decir “no” a un dulce por ejemplo.
Para empezar hay que hacer una especie de reinicio, igual que lo haces en tu ordenador, puedes hacerlo en tu vida, y más en concreto, en tu dieta.
¿Cómo empezar a cambiar tu dieta?
- Marca en tu calendario un objetivo realista, por ejemplo, perder 2 kilos durante el primer mes.
- Revisa tu despensa y elimina de ella todo eso que te tienta, cualquier paquete de lo que sea, que sabes que si está ahí, ejerce una fuerza inexplicable sobre ti.
- Establece un plan. Crea un documento nuevo o prepara un folio en blanco y plantea los desayunos, comidas y cenas de la semana. Si tomas un tentempié mañanero apunta también las opciones sanas que vas a consumir.
- Haz la lista de la compra con lo que vayas a necesitar, no compres nada “por si acaso”.
- Si el fin de semana sales a comer fuera, haz un plan mental antes de salir de casa, qué vas a pedir y qué vas a evitar, toma conciencia.
Consume menos ultra-procesados y pasa menos tiempo sentad@
Una manera bastante fácil de dar el primer paso es plantearse la posibilidad de reducir la cantidad de carbohidratos refinados que se consumen al día, si me lees desde hace tiempo, ya sabes a qué me refiero, si no, te lo explico a continuación.
Nota: Antes de que pienses que ya estoy con lo mismo de siempre, quiero recalcar que he dicho “reducir el consumo de carbohidratos refinados”, los “no refinados” deben seguir formando parte de tu dieta.
Dicho lo cual, reduce el consumo de azúcar en cualquiera de sus formas (incluyendo el azúcar moreno, el sirope de ágave, la panela y la miel), reduce el consumo de harina, en cualquiera de sus formas (pan, tortillas, tortitas, bollería, pasta, etc), y come fruta, pero controla la cantidad, como dice el refrán… “Aunque la mona se vista de seda mona se queda”.
El consumo de alcohol también tendrás que minimizarlo, no hay otra.
Y por supuesto, prioriza el consumo de proteínas, y no te olvides de las grasas saludables, este tipo de alimentos, con alto valor nutricional serán los que mejor tolerará tu organismo, y los que te harán sentir saciedad durante más tiempo.
En este tipo de plan nutricional, como en muchos otros, la idea siempre es hacer un cambio de hábitos mirando hacia delante y no volviendo atrás.
Crea nuevas rutinas y trata de que los cambios permanezcan.
Si uno decide reducir los carbohidratos de su dieta de manera progresiva, lo suyo es ir adoptando nuevos hábitos, nuevas costumbres, una manera de comer diferente, ya que la manera que predomina, sometida a los estándares de los últimos 50 años, está claro que no nos proporciona más salud, al contrario, nos hace enfermar.
Si queremos mejorar hay que plantearse qué somos, somos seres humanos y nuestro cuerpo ha vivido durante muchos años de evolución comiendo productos naturales, conectado con la naturaleza y en movimiento, esto es evidente, hasta ahí todo correcto, pero ¿Qué podemos hacer nosotros en el mundo en el que vivimos para acercarnos lo más posible a eso?.
Para empezar, dejar de consumir ultra-procesados y pasar menos tiempo sentados, con estos dos sencillos pasos se pueden ver cambios.
Cualquier dieta es restrictiva, sólo plantéate respecto a qué.
Hay muchas cosas que influyen, no es necesario hacer una dieta extrema para perder peso o para mantenerse en un peso estable, se puede hacer una dieta eliminando los carbohidratos refinados y asegurándose de que los que se consumen son complejos y vienen de fuentes saludables.
Para empezar, no te recomiendo una dieta keto porque requiere de seguimiento por parte de un profesional, bien sea un dietista o un nutricionista, y es que plantearla correctamente no es nada fácil.
Por un lado el correcto reparto de macronutrientes y por otro, asegurar un aporte de micronutrientes adecuado ya que, a largo plazo, se pueden producir estados carenciales.
Volviendo a nuestro plan, seamos realistas, NO se puede comer de todo, se pueden comer alimentos, pero no productos industriales ultra-procesados (tampoco con moderación, como dicen muchos).
¿Cómo se distinguen? Muy sencillo, no llevan etiqueta. Todo aquél producto que se vende sin etiqueta es de origen natural y por lo tanto, apto en la dieta. (Siempre hay excepciones, en función de patologías, intolerancias o alergias, eso es más que obvio).
Si quieres, puedes, pero tienes que querer.
Es más sencillo de lo que parece, pero hay que tener voluntad y querer hacerlo.
Si además, te planteas una serie de entrenamientos pautados, la posibilidad de ir a caminar por la ciudad o por la montaña (siempre mejor en compañía, pero si hay que ir solo, se va), o por un parque cercano, conectar con la naturaleza, tomar el sol, entonces tu plan empezará a tomar forma.
Para sentirte bien, recuerda hacer buenos estiramientos, sesiones de relajación, iníciate en la meditación, practica yoga, haz pilates, hay muchas opciones, y todas ellas aportan muchos beneficios.
Si quieres mejorar, si quieres cuidarte, toma las riendas de tu salud, no la dejes en manos de otros, no creas todo lo que lees, antes mira a ver quién lo patrocina.
Si tienes dudas o te surgen cuestiones, cuéntame en los comentarios.
¡Abrazos!
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